Son como la voz de su amo. Suelen aparecer, con demasiada frecuencia, con el único objeto de emitir improperios tendenciosos, casi nunca lógicos y siempre negativos.
Esta es lamentablemente su función, su ocupación. Por triste que parezca es así y por ello son generosamente retribuidos, incluso con más de un sueldo.
Como cabe suponer estamos rodeados de esta especie por todos lados, especialmente en política. En el zoo político -especie de ínfima consideración y aprecio según últimas encuestas- destaca de forma notoria la figura de Esteban González Pons (Valencia 1964), vicesecretario de comunicación del PP, esta es la denominación eufemística que se le da para que resulte “políticamente correcta”.
El señor González Pons que es abogado, como casi todos los políticos de este país, tiene uno de los trabajos más fáciles y previsibles. Cada mañana -cuando se levanta- baja a por el croissant y compra el periódico (si es el ABC, mejor que mejor), posiblemente pone la TV y escoge una o dos noticias que hagan referencia a decisiones u opiniones del gobierno: ya está!
Sólo le queda merodear por los pasillos del Congreso y esperar que aparezcan ávidamente las alcachofas de los medios de comunicación. Entonces, don Esteban, con cara de sarcasmo y traidora sonrisa, se explaya con toda devoción en decir que no, cuando los de la acera de enfrente han dicho que sí; en decir que aguas vendrán, cuando dicen que buen tiempo; en reírse con posado suficiente, cuando auguran mejoras y bondades...
La cuestión es sólo girar la media. No importa cual sea el resultado, a riesgo incluso que se roce el esperpento, no importa. Esta es su misión.
González Pons, gran amigo de Francisco Camps, en pleno apogeo de caso del susodicho, sorprendió a todos con las siguientes declaraciones: “la caída del presidente egipcio ha servido para demostrar a los españoles, hartos del paro, de la crisis económica, de la crisis de valores, social y política y de la depresión institucional, que el pueblo "cuando quiere, puede". Y el pueblo español, quiere. Claro que él habla de “su pueblo” porque hace bien poco se declaraba “indignado con los indignados de 15-M”...
Para qué seguir? Al fin y al cabo, este señor no es peor que otros muchos políticos que estamos castigados a soportar cada día. Uno se pregunta si, cada noche -cuando se acuesta- se miente a sí mismo considerando que hace un trabajo muy edificante y positivo... o si quizá sueña formar parte de un gobierno venidero, como secretario ejecutivo de Francisco Camps, Ministro de Economía y Hacienda.
... O sería mejor de Justicia?
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